Este 25 de noviembre, día internacional contra las violencias machistas, reivindicamos un feminismo anticapitalista e internacionalista y decimos ¡Palestina es cuestión feminista!
Nos solidarizamos con las mujeres palestinas, que sostienen la vida y llevan más de un año resistiendo al genocidio, y más de 70 enfrentando la limpieza étnica, la ocupación militar y colonial y un cruento sistema de apartheid impuesto por Israel.
Como feministas, nos oponemos a las guerras y a la militarización, expresiones extremas del heteropatriarcado capitalista y de sus violencias estructurales y sistémicas que explotan territorios y cuerpos. Las guerras mercantilizan el dolor y la muerte para el beneficio de este sistema injusto y depredador. Prueba de ello son el aumento del gasto militar y los beneficios para la industria armamentística en el último año. Las guerras no solo destruyen ciudades, hospitales, escuelas u hogares, sino también refuerzan las relaciones de poder jerárquicas, aumentan las violencias machistas, profundizan la desigualdad e imposibilitan la reproducción de la vida.
El genocidio que Israel está perpetrando en el último año es solo una fase más de un largo proceso de explotación y desposesión de las vidas palestinas. La ocupación militar y el colonialismo de asentamientos llevan décadas expropiando a las palestinas de sus tierras y sus recursos y despojándolas de sus métodos de vida. Constantes detenciones, torturas y humillaciones por parte de militares y de colonos, bloqueos espontáneos de sus rutas hacia sus centros de trabajo, de educación y de salud, demoliciones de hogares o cortes de suministros forman parte del día a día de la población palestina.
Innumerables organizaciones palestinas vienen alarmando sobre la impunidad de la violencia que militares israelís ejercen contra la población palestina, y en particular contra las mujeres: desde la negación de permisos de salida de Gaza para poder realizarse tratamientos de cáncer de mama, hasta bloqueos ante emergencias sanitarias que culminan en abortos en puestos de control militar. Militares y colonos israelís ejercen violencias específicas y violencia sexual contra las mujeres palestinas, utilizando el cuerpo de las mujeres como campo de batalla para aterrorizar a toda una población y anular la resistencia hacia una Palestina libre.
Por otro lado, resulta escandaloso que Israel realice campañas erigiéndose como defensor de las mujeres y de las personas LGTBIQ interviniendo militarmente en Gaza con el objetivo de “salvarlas” mientras las prácticas del ejército no hacen sino reforzar las estructuras heteropatriarcales tradicionales: a mayor violencia militar y colonial, mayores tasas de violencia machista en los hogares. Denunciamos las estrategias de purplewashing y pinkwashing, y a una comunidad internacional cómplice que compra esas narrativas y permite la impunidad de un gobierno genocida.
Consideramos fundamental entender la resistencia del pueblo palestino como una lucha por la vida que debería reunir a la pluralidad de feminismos alrededor de la solidaridad internacionalista. Apostamos por un feminismo que desmantele la maquinaria de guerra desde la raíz.