Hemos recibido este testimonio en el que se denuncian graves hechos ocurridos en Bilbao hace apenas unos días y de los que nos queremos hacer eco y pedir explicaciones y responsabilidades al Ayuntamiento de Bilbao y a la Ertzaintza.
Los políticos defienden las pocas cosas que en materia de violencia machista están impulsando desde las instituciones y nos venden que la violencia machista es un problema que les preocupa muchísimo.
Mientras dan a conocer a bombo y platillo medidas como que los bilbobuses vayan a parar entre las paradas establecidas para evitar situaciones de peligro, sin haberlas puesto aún en marcha, en Bilbao, la policía municipal y la Ertzaintza dan rienda suelta a sus prejuicios y estereotipos en una actuación ante una mujer en situación de vulnerabilidad máxima que podía constituir una situación de peligro y un delito.
Después de analizar el relato que os compartimos, planteamos las siguientes preguntas:
- ¿Cual es el procedimiento a seguir por parte de la policía local y la ertzaintza ante situaciones de este tipo?
- ¿Qué tipo de formación y preparación tienen los agentes que responden con prejuicios y con estereotipos ante una situación así?
- ¿Este es el compromiso que la policia tiene de “proteger” a las mujeres?
- ¿Estas son las medidas que pone el Ayuntamiento de Bilbao contra la violencia machista?
Exigimos explicaciones, además de recursos, preparación, profesionalidad y coherencia en las políticas y las medidas que impulsan en materia de violencia machista.
DENUNCIA
14 de enero, cerca de las 05:00 de la madrugada. Íbamos un grupo bajando la calle Dos de Mayo, cuando en la esquina con la calle Naja vimos algo que nos pareció grave: tres hombres y uno de ellos llevaba encima a una mujer inconsciente. Nosotras nos miramos y vimos que lo que estábamos viendo era tan extraño que teníamos que hacer algo, por lo que nos acercamos donde ellos con intención de retenerlos como pudiésemos. Les preguntamos si todo iba bien y si necesitaban ayuda mientras les cortamos el paso, y esto les obligó a sentarse en una esquina de la calle Dos de Mayo. La actitud huidiza de los hombres ante nuestras preguntas que en principio solo mostraban interés ( si la mujer estaba bien, si necesitaban ayuda, … ) nos hizo ver que ahí había algo que no iba bien, y empezamos a dar rienda suelta a más preguntas éstas ya con carácter más acusativo: quién era aquella chica, por qué se encontraba en aquel estado, quienes eran ellos, etc. Cuando quedó claro que pensábamos que estaban abusando de aquella mujer inconsciente, ellos se empezaron a poner nerviosos y responder en tono de broma para quitar hierro al asunto: que la chica era la pareja de uno de ellos, que no pasaba nada, etc.
Una de nosotras, en ese momento, intentó hacerse con la mujer, pero ellos se la arrebataron a la fuerza. En ese momento en el que la situación se estaba volviendo turbia, vi como bajaba calle abajo un coche de la Policía Municipal, por lo que salí a la carretera a pedir que pararan. Me acerqué a la ventanilla del conductor y le conté lo que pasaba, pidiéndoles que por favor tomasen cartas en el asunto. Sin embargo, los policías municipales se limitaron a salir del coche, preguntar a los hombres quien era aquella mujer, oír la respuesta que querían oír (que la chica era la novia de uno de ellos) y dar el asunto por zanjado.
Nosotras les recriminamos que no podían dejar aquello así, y el conductor nos echó en cara “ver muchas películas”, pusieron el coche en marcha y se largaron. Cuando el coche de la Policía Municipal se marchó, los hombres volvieron a cargar con la mujer que seguía inconsciente y la metieron en la parte trasera de un coche estacionado en la misma calle Dos de Mayo. Delante nuestro, uno de ellos se sentó en el asiento del conductor y puso el coche en marcha mientras los otros dos huían en dirección a la calle San Francisco.
Nosotras seguíamos convencidas de que esa situación no era “normal”, así que apuntamos el número de matrícula del coche y llamamos a la Ertzaintza tres veces, me parecía que no se me estaba tomando en serio y no tenían intención de hacer nada al respecto. La respuesta que obtuve en la segunda llamada me dejó claro cuál era su hipótesis, porque la respuesta fue algo así como: “qué quieres que hagamos nosotros si la tía en cuestión sale de fiesta, se pilla una borrachera descomunal y hace que su novio tenga que cuidarla”. Como tras la tercera llamada seguíamos sin quedarnos tranquilas, antes de volver a casa decidimos pasar por comisaría y poner una denuncia. Y hasta hoy.
Nos parece denunciable la actitud mostrada tanto por la Policía Municipal como por la Ertzaintza, ya que creemos que nadie de los que nos atendió tenía la más mínima idea de lo que es un protocolo de actuación ante casos de violencia machista. Nos parece muy serio que ante la situación vulnerable de una mujer inconsciente que no se sabe que relación guarda con los hombres que están con ella se dé por sentado la hipótesis de que no es más que una mujer borracha de la que cuida su pareja, y no se haga nada más.
Es inadmisible que ante una situación así solo me identifiquen a mí, la persona que denuncia lo que está pasando, sin identificar a ninguna persona al denunciar una situación de este tipo, la respuesta por parte de la policía vaya en la línea de tales “no eres más que una histérica que ve demasiadas películas”. Qué decir del agente de la Ertzaintza que ante tal denuncia no se corta en dar paso a sus prejuicios machistas echando la culpa a la mujer que sale de fiesta y se emborracha, deduciendo que obliga a su pobre pareja-hombre a que cuide de ella. Y por último, no es admisible, de ninguna manera, que ante posibles situaciones de violencia que pueden ser de extrema gravedad, los profesionales cuyo trabajo es el de proteger a las personas, empaticen más con el supuesto agresor que con la agredida, sin dar importancia a situaciones como ésta que tienen indicios de poder terminar en graves situaciones de violencia, en delitos.