Teresa Maldonado reflexiona, a partir de la tendencia a hablar de ‘los feminismos’ en plural, sobre la confusión que impera acerca de qué es y qué no es feminismo, y las corrientes que se arrogan su patente
Teresa Maldonado, integrante de feministAlde!
Las controversias en torno al uso del lenguaje (las feministas lo sabemos de sobra) no son triviales, al contrario; como muy bien vio el recientemente fallecido Thomas Szasz, la lucha por el lenguaje es una lucha por el poder. Según él mismo dejó escrito, “en el reino animal la batalla es ‘comer o ser comidos’; en el reino humano, ‘definir o ser definidos’. (…) El primero que toma la palabra impone la realidad al otro. Quien así define domina y vive, y quien es definido es subyugado y puede que muerto”.
Hoy, entre feministas, no se oye hablar prácticamente de ‘feminismo’. Ahora hay que referirse a ‘los feminismos’, en plural, y ese plural se ha convertido en una forma de ortodoxia feminista que ninguna feminista osa cuestionar, hasta el punto de que una oradora en una tribuna feminista puede referirse en la misma frase a “los feminismos y el ecologismo” (sic) o hasta el punto de caer en la contradicción performativa más flagrante.
Una contradicción performativa es aquella que se produce cuando el contenido de una afirmación es incompatible con las condiciones necesarias para que tal afirmación se lleve a cabo. Por ejemplo, si afirmo “he muerto” estoy incurriendo en una contradicción de ese tipo, dado que se supone que para poder hacer esa (u otra) afirmación debo estar viva, es decir; no muerta. Es, por tanto, aquella contradicción que se da entre lo que las lingüistas llaman nivel locucionario y nivel ilocucionario del acto de habla, o sea; en román paladino, entre lo que decimos y lo que hacemos.