Ianire de la Calva
Tras el estallido social como reacción a la sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra, analizamos el contexto que permite la legitimidad de la violencia contra las mujeres y la condena, a todas luces insuficiente, de la violación colectiva producida en Navarra durante los San Fermines de 2016.
En el contexto heteropatriarcal en el que vivimos se ejerce un incesante control sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. La construcción patriarcal de las identidades aboca a las mujeres al descrédito y la culpa; a los hombres, en cambio, los sitúa en un lugar desde el que ejercen poder sobre las mujeres. Analizar y denunciar este contexto es imprescindible para intentar cambiarlo.
LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN
Tradicionalmente, el pensamiento común sobre las violaciones sostenía que las mujeres seducían a sus agresores -o bien que no se resistían suficientemente-. En el Traité de l’adultère (1775), de Fournel se recoge: “Sea cual fuere la superioridad de las fuerzas de un hombre sobre las de una mujer, la naturaleza ha dotado a esta última de recursos innumerables para evitar el triunfo de su adversario”, citas similares se encuentran en autores como Rousseau que dice que “el falso abandono de la mujer es un rasgo de su naturaleza”, en Voltaire y en muchos otros, en este sentido la hemeroteca es contundente[1].
Hoy en día, se sigue cuestionando la violencia que vivimos las mujeres cada día y esto tiene que ver con que nuestro relato no es legítimo, con que nuestra voz ha sido históricamente silenciada de forma sistemática. Como dice Dolores Juliano[2] “El miedo a ser cuestionadas, a no ser creídas, sigue limitando la participación de las mujeres en el espacio público”. De este modo no sólo estamos cuestionadas sino también infrarrepresentadas.
Por otro lado, sabemos que debido al machismo que impregna todas las prácticas culturales en las sociedades patriarcales, las mujeres somos representadas a menudo como trofeos, hipersexualizadas desde niñas, construidas entre estereotipos rosas y azules que nos dicen lo que podemos y no podemos hacer. Esto coarta nuestra libertad y condiciona nuestras conductas, además de perpetuar la desigualdad. El imaginario colectivo de princesas que deben ser rescatadas por guerreros valientes nos adoctrina para que seamos silenciosas y complacientes, mientras a ellos los legitima para ser violentos y superhéroes[3]. En esta construcción del “ser hombre” la legitimación de la violencia es fundamental.
Es decir, existe una normalización de la violencia en la socialización de género de los hombres en el patriarcado/sociedades patriarcales. La naturalización y normalización del relato de “salir de caza” como sinónimo de “salir a ligar” junto con la distorsión de la idea de sexualidad que produce el porno hegemónico, deriva en una cotidianidad social de una gran cantidad de violencia sexual contra las mujeres y las sexualidades disidentes aceptada socialmente.
Esta cultura de la violación hace que no se vea/perciba violencia en la violación colectiva de “La Manada” y tampoco, por supuesto, en todo el resto de violencias machistas visibles y no visibles[4] que sufrimos a diario las mujeres.
LOS HIJOS SANOS DEL PATRIARCADO vs EL MONSTRUO INCONTROLADO
En los relatos sociales se hace de los violadores y asesinos monstruos para poder continuar ignorando los factores que hacen posibles sus delitos. Se los describe como psicópatas o locos incontrolados, es decir, sujetos de casos aislados para no incidir en la raíz que permite que la violencia se ejerza contra nosotras una y otra vez, e imposibilitando así que podamos desmontar sus pilares.
Pero la verdad es que los agresores son médicos, psiquiatras, abogados, conductores de autobús, parientes, amigos, son de todas las edades y nacionalidades con el único factor común de ser hombres. Son hijos sanos del patriarcado, educados y socializados desde pequeños para no aceptar un no por respuesta de ninguna mujer.
No son casos aislados, cada 6 horas tiene lugar una violación[5], son cifras que Jule Goikoetxea considera propias de un Estado de Guerra, una guerra no declarada contra las mujeres, porque de las cifras (que dan cuenta del calibre de violencia que sufrimos las mujeres) vemos que se trata además de una violencia estructurada y estratégica[6].
En la construcción del imaginario colectivo según el cual los violadores o los asesinos son “monstruos” se lleva a cabo un “otro” ajeno que “no tiene que ver conmigo” y que señala “lo otro/el suceso” como algo aislado, algo que parece sujeto a la mala suerte de “si te toca, te tocó”.
EL TERROR SEXUAL COMO PROYECTO POLÍTICO
El terror sexual es un mecanismo de control muy eficiente sobre el comportamiento y los cuerpos de las mujeres. El imaginario colectivo acerca de nuestra vulnerabilidad e indefensión añadido al miedo a lo “indefinido” (miedo, como dice Maitena Monroy, “a una amenaza no concretada pero real”) hace que tengamos que medir nuestra libertad y controlar los espacios que habitamos.
Esto ocurre en un sistema/régimen político patriarcal que perpetúa la violencia sexual y la legitima, que permite que ocurra y que se repita. En lugar de educar a los niños a no violar y a no agredir se nos enseña a nosotras desde niñas a tener cuidado de “no se sabe bien qué pero que es irremediable”, a no ir solas, a no “exponernos”.
De este modo, se construye el relato del “terror sexual”. Como explica muy bien Nerea Barjola[7] “los relatos funcionan como una caza de brujas en la medida en que aleccionan, vigilan y castigan la actitud de las mujeres.(…) Cada asesinato, tortura, desaparición forzada de mujeres es un sistema de comunicación que nos habla, nos interroga, nos alecciona”.
El control sobre nuestros cuerpos se ejerce de manera directa (te ocurre esto si “te excedes” o si “te portas mal” o si te “expones”) y de manera indirecta (se construye un imaginario social que a través del control de las ideas controlen nuestros cuerpos mediante el aleccionamiento y el autocontrol) consiguiendo que limitemos nuestros espacios, horarios y actividad y responsabilizándonos de la violencia sufrida en caso de no acatar dichas normas.
El mensaje social “hay que comportarse como se debe” “la buena chica vs la mala chica”, consigue coaccionar nuestra libertad, cuestionar nuestra capacidad de decisión y establecer un marco de vigilancia social que hará de juicio[8].
LA JUDICATURA. EJERCICIO DE PODER PATRIARCAL[9]
La sentencia emitida el pasado 26 de Abril condena por delito continuado de abuso sexual a los cinco agresores de La Manada y los absuelve de los cargos de agresión sexual negando que existiera violencia e intimidación en la brutal violación colectiva que se produjo en los San Fermines de 2016. Del delito de violación de la intimidad también han sido absueltos.
El Movimiento Feminista ha manifestado en las calles la vergüenza e indignación frente a la decisión de la Audiencia Provincial de Navarra en lo que ha sido –y sigue siendo- un periodo de movilizaciones histórico.
El proceso judicial ha girado en torno al juicio de facto a la víctima y a la presunción de inocencia de los culpables. De la víctima se ha hecho un juicio de valor por no resistirse lo suficiente (como sí hicieron por cierto Marta del Castillo o Diana Queer), por haber bebido, por no tener heridas suficientemente graves para la opinión de alguno, por querer continuar con su vida, juzgada como dice Beatriz Gimeno “por no morirse, por no matarse”. De ellos se ha dicho que eran buenos hijos y hasta se ha emitido un voto particular absolutorio.
Profesionales del ámbito de la psicología y psiquiatría han mostrado su no conformidad[10] con la sentencia y hasta la ONU[11] ha emitido un comunicado denunciando que se culpe a las víctimas incluso en los sistemas judiciales.
Sin embargo, lo más grave de todo es que no se trata de un fallo puntual del sistema ni del problema de una o varias personas, se trata del Sistema Judicial patriarcal funcionando tal cual es. Jueces “normales” valorando las violencias “normales” sin ningún tipo de formación en violencia machista o igualdad.
La justicia no es igual para todos, y no obviamos que probablemente la sentencia no hubiera sido la misma si los agresores hubieran sido de raza negra o estuvieran en situación administrativa irregular. Igual que el género, la raza y la clase atraviesan también el sistema.
La formación en feminismo y violencia machista es fundamental para capacitar a las instituciones y la judicatura a trabajar temas relacionados con la violencia sexual. Hoy por hoy el sistema de justicia legitima la violencia contra las mujeres (apoyado por una parte de la sociedad que también lo hace -imaginario social- y reforzado además por los medios de comunicación hegemónicos) y envía un mensaje de impunidad y tolerancia a una cultura de la violación que no dejaremos de denunciar.
EL DISCURSO FEMINISTA. QUÉ HA CAMBIADO
La cultura patriarcal ya no es incuestionable, lo demuestran las multitudinarias y mundialmente recogidas manifestaciones del 8M, los movimientos internacionales “Me Too” y “Time’s Up”, y la efervescencia de las movilizaciones feministas desbordándolo todo en lo que ya se empieza a llamar la “cuarta ola” del Movimiento Feminista (MF).
Los discursos misóginos están siendo desmontados y denunciados, las mujeres estamos superando la vergüenza con sororidad, reconociéndonos las unas en las otras, superando juntas la estigmatización y la culpa impuestas, rompiendo el silencio[12].
Como dice Beatriz Gimeno queremos “transformar la rabia y convertirla en potencia transformadora”[13]. No queremos consentir, queremos desear. No queremos ser construidas alrededor del deseo masculino, queremos ser sujetas de nuestro propio deseo. Cuando decimos NO es NO y cuando no decimos sí, también es NO. Queremos poner nuestro deseo en el centro, en igualdad, hacerlo valer y no hablar más de consentimiento10.
Son necesarios también nuevos referentes masculinos, urge construir otras masculinidades que se desmarquen de “La manada”, no sólo de su expresión más terrible sino de sus silencios cómplices, de todas sus expresiones machistas cotidianas. El MF lleva décadas construyendo estrategias de autodefensa feminista que nos permitan vivir vidas más libres, estrategias nuevas frente a las nuevas resistencias patriarcales. Ya es el momento de que todos los hombres feministas y amigos asuman que tienen un papel imprescindible para deslegitimar la violencia contra las mujeres y que es un trabajo que no puede postergarse más.
El tiempo del silencio ha terminado, queremos que la vergüenza cambie de bando. Queremos ser libres, no valientes. Vamos a seguir en las calles y vamos a continuar en la lucha por una vida libre de violencias. La solidaridad feminista se ha convertido en un tsunami y en una red de alianzas que ya no tiene vuelta atrás[14]. Todas las manadas nos vais a tener delante porque cada vez somos más y cada vez tenemos menos miedo.
[1] “Historia de la violación. Siglos XVI-XX”, Georges Vigarello.
[2] “La falta de credibilidad de las mujeres y el rechazo a las personas inmigrantes forman parte de un mismo proceso” http://www.pikaramagazine.com/tag/dolores-juliano/
[3] Ejemplos ilimitados de dicha representación: desde Disney, Pretty Woman o Grease hasta Crepúsculo.
[4] Para hablar de las violencias invisibles se acude normalmente a la metáfora del iceberg (sistema patriarcal) en el cual los asesinatos machistas se encuentran en la punta del mismo (visibles) y por orden descendente, sustentando las primeras, muchas otras violencias (invisibles) tales como la violencia económica, violencia institucional, techo de cristal, cosificación, mansplaining, publicidad sexista, etc.
[5] Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. Ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Anotad que se trata solamente de los casos denunciados, la cifra real es incalculable.
[6] https://www.elsaltodiario.com/polirika/proceso-constituyente-feminista
[7] “Microfísica sexista del poder. El caso Alcásser y la construcción del terror sexual”.
[8] Sería una idea equivalente a lo que Nerea Barjola denomina “sistema punitivo-social” en la “disciplina del terror sexual”
[9] Explicado en detalle en: https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/ser-ser-manada-es-cuestion /20180428190127151339.html
[10] https://comunicadosaludmental.blogspot.com.es/2018/05/carta-abierta-de-losas-profesionales-de.html?m=1
[11] https://politica.elpais.com/politica/2018/05/02/actualidad/1525278321_350724.html
[12] Véase las campañas #yosítecreo y #cuéntalo en las RRSS.
[13]http://ctxt.es/es/20180425/Firmas/19252/la-manada-violacion-agresion-sexual-justicia-pamplona-abuso-beatriz-gimeno.htm
[14] #LaManadaSomosNosotras