Tratados de libre comercio como el TTIP, CETA, TISA o TPP son un claro ejemplo de que el capital está en guerra contra la vida. El capitalismo patriarcal ha supeditado la satisfacción de las necesidades humanas, y más aún las de las mujeres, a la generación de beneficio económico.
Júlia Martí – Feministalde
El capital global ha puesto en competición a las personas trabajadoras de todo el mundo, mercantilizando todos los espacios más allá del económico, ampliando la desigualdad y poniendo en juego la sostenibilidad de la vida humana. Una crisis, la de sostenibilidad de la vida, provocada tanto por la crisis ecológica, como por la crisis de los procesos de reproducción social fruto de la ‘crisis de los cuidados’. Además, como venimos denunciando desde hace tiempo, el capitalismo patriarcal ha supeditado la satisfacción de las necesidades humanas, y más aún las de las mujeres, a la generación de beneficio económico.
Por todo ello, decimos que el capital está en guerra contra la vida, una guerra que, lejos de terminarse, se profundiza y sigue avanzando con nuevos engranajes. Los tratados de libre comercio e inversión, como el TTIP (tratado de libre comercio e inversión entre Estados Unidos y la Unión Europea, por sus siglas en inglés), el CETA (el homólogo al TTIP pero entre Canadá y la Unión Europea), el TISA (tratado para la liberalización de los servicios) o el TPP (Tratado Transpacífico) son una de las piezas que se están poniendo en marcha para engrasar la maquinaria del capitalismo y conseguir aumentar las tasas de beneficio de las grandes empresas de los países europeos y norteamericanos.
La negociación de estos tratados responde a la necesidad del capital transnacional europeo y estadounidense, y que sus gobiernos defiendan, para poder seguir compitiendo en la economía mundial. Al mismo tiempo, busca alejar la toma de decisiones del escrutinio público y aumentar el poder de las grandes transnacionales.
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